Esta tarea común entre la Familia y la Escuela comprometida y
organizada como red social de apoyo, es uno de los principales sentidos que
orientan la "Política de Participación de padres en el Sistema
Educativo", recientemente promulgada por el Ministerio de Educación, en la
que se considera que "la educación - modernamente pensada como formación y
promoción de valores y actitudes vitales - sólo puede realizarse plenamente
dentro del ámbito de la familia y de la escuela - la familia, como medio
natural de desarrollo de las personas, y la escuela, como institución social
encargada específicamente de educar"
Uno de los objetivos centrales de la reforma educacional
chilena, es el de lograr más y mejores aprendizajes en los niños/as, considera
a la familia como insustituible en la formación integral de las personas y su
participación en la tarea educativa de la escuela es fundamental. "Junto a
la familia, el establecimiento educativo es el espacio institucional más
relevante en la vida de los niños y jóvenes", esto hace que la escuela
deba hacer todos los esfuerzos para motivar a los padres y madres a colaborar,
considerándolos con un papel activo en las diversas etapas y formas del proceso
educativo de sus hijos.
Existen variadas experiencias y programas, dirigidos a apoyar
el desarrollo de niños/as; se ha visto que cuando se integra a los padres, los
resultados de estos esfuerzos se ven consolidados a diferencia de cuando no se
les incorpora directamente en las experiencias de aprendizaje, de ahí la
importancia de que los padres aprendan a colaborar con las educadoras/es de sus
hijos/as. "El trabajo en equipo es una condición clave para enriquecer los
ambientes educativos en educación. Las relaciones de colaboración, la sana
convivencia, la reflexión técnica, el espacio para la creatividad y la
contribución de cada uno de sus miembros y la responsabilidad frente al
aprendizaje de los niños son aspectos necesarios de considerar en las
relaciones que establecen los adultos que conforman los equipos técnicos
educativos".
El hecho de que los padres y madres aprendan a colaborar con
los educadores de sus hijos, ha hecho posible que se rompa la imagen negativa de
las familias que provienen de contextos más desposeídos y reconozcan el aporte
que pueden realizar a la educación.
Es importante que los establecimientos educacionales generen
condiciones para el acercamiento, con seguridad y confianza de las familias,
haciéndolos sentir parte de la comunidad educativa. Junto con lo anterior, en
el marco de la Convención de los Derechos del Niño, la familia es considerada
como el grupo fundamental de la sociedad y el medio natural para el crecimiento
y bienestar de todos sus miembros, en particular de niños y niñas.
La familia tiene en ese sentido la responsabilidad primordial
de velar por la protección de los derechos de sus niños y niñas,
constituyéndose así en un eje central del respeto de los demás derechos. Esto
implica que los padres u otros adultos a cargo de la crianza tienen la
responsabilidad, y el derecho, de ser partes activas del proceso educativo de
sus hijos e hijas.
Sin embargo, incorporar plena y sistemáticamente a las
familias al proceso educativo no es tarea fácil, ni algo que puede hacerse en
forma aislada por parte de cada educadora. Es algo que requiere ser entendido
como un proceso progresivo de planificación, adecuado a las realidades y
requerimientos de las familias y evaluado con ellas.
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