Coherente con las definiciones del Ministerio de
Educación,
convivencia escolar, fundamentalmente, es una “experiencia de aprendizaje” que
se construye en la interacción cotidiana entre los distintos miembros y
estamentos de la comunidad educativa: estudiantes, familias, docentes,
asistentes de la educación, equipo directivo y sostenedor.
Convivencia escolar es parte del “proceso” de
desarrollo integral de niños, niñas y jóvenes, y asume el desafío por lograr
que “aprendan a vivir juntos” en un marco de respeto y cooperación. Dicho así,
convivencia escolar constituye la experiencia de aprendizaje de la “democracia”,
y su propósito central es la formación de ciudadanos que contribuyan al
desarrollo del país (a la construcción de una sociedad más justa).
La calidad o nivel desarrollo de la convivencia
escolar en un establecimiento, dependerá exclusivamente de la propia capacidad
y dinámica de la comunidad educativa para enseñar y poner en práctica los
valores de una sociedad democrática (que es el modelo de organización
actualmente vigente).
Hoy día, estos son:
à La
libertad de expresión y asociación.
à La
participación en la toma de decisiones.
à El
reconocimiento e integración de la diversidad y la diferencia (sexual, étnica, religiosa,
ideológica o cultural).
à El
respeto irrestricto a la integridad física y psicológica.
à La
resolución pacífica de conflictos y promoción de una cultura de paz (por sobre
el uso de la violencia y la guerra).
à La
cooperación y solidaridad como vehículos de desarrollo.
à La
equidad y acceso a oportunidades de bienestar.
Expuesto de esta forma, la convivencia escolar es
una responsabilidad compartida por el conjunto de la comunidad educativa, y es
mucho más amplia que la sola definición y aplicación de normas y sanciones en
situaciones de conflicto.
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